domingo, 8 de agosto de 2010

Vuelta y vuelta.

No, no voy a hablar de productos de "Campofrío", cosa que podría alguien aventurar por el título.

Hoy es un día de esos en que te planteas:
voy a madrugar,
a poner en orden el cuarto (porque mis tíos van a pensar en breve que han acogido por unos días a una indigente y no a su sobrina)
a recuperar ese blog que creé hace mil años y está abandonado (quizá por vagancia pura y dura, quizá por falta de inspiración, quizá por no acordarme de la contraseña que había puesto)
a hacer un super día intensivo de estudio,
a aprovechar para salir a la terraza en un rato de descanso del gran día de estudio y leer mientras disfruto de la brisa gallega,
a no mirar ni una sola vez el Tuenti y el Facebook hasta que me vaya a acostar,
y (con una sonrisa de oreja a oreja) ¡seguro que al final del día me siento muy realizada y feliz!

Pero, te despiertas a la hora planeada y (¡vaya por Dios!) el cielo está más o menos nublado, y claro, bajonazo.
Así que desayunas entre legañas,
haces un intento de selección entre ropa que esconder al fondo del armario, otra que tirar a lavar y otra que guardas sin doblar en la maleta,
y te vuelves a la cama porque
¿cómo pretende el hombre del tiempo que me ponga a estudiar con el día tan deprimente que hace?
Puff

Ya si eso mañana... vuelta a empezar.

sábado, 12 de diciembre de 2009

"Ah, ¿pero que tú...?"

Sí, yo sí.
Toda la vida dando explicaciones, ésa es nuestra cruz.
Porque aunque salgas en una carroza en el orgullo, aunque escuches a La Terremoto y te pases la vida hablando de The L Word, tengas miles de pegatinas con la bandera LGTB y tus ojos se salgan de sus órbitas cada vez que pasa la "buenorra" de tu profesora, siempre hay alguien que, ¡chica!, no lo sabía.
Y no soy de las que piensa que hay que proclamarlo a los cuatro vientos cual Karmele en sus tiempos de Tómbola, pero sí que no hay que esconderlo. Es un aspecto más de mi vida, igual que el color de mis ojos o de mi piel.
Los heterosexuales hacen eco de su condición sexual cada vez que hablan de su pareja, de Brad Pitt o de Angelina Jolie. Pues yo, igual.
Y todo porque la sociedad en general nos incita a presuponer que todo el mundo es heterosexual.
Así que, mientras la sociedad avanza, yo asumo mi etiqueta. Una etiqueta con la que me siento más que cómoda, que me identifica y me sirve para luchar por mis derechos. Una etiqueta que equiparo al resto, pues no es ni mejor ni peor que las demás y por ello merece el mismo respeto.

Sí, soy MUJER y LESBIANA.

Y no me cansaré de decirlo porque:
"Lo que no es visible, no existe"
y porque:
"La diferencia entre un negro y un homosexual es que el negro no tiene que contárselo a sus padres"

martes, 8 de diciembre de 2009

"Marihembra"

Si a una hetero a la que le gusta el rugby se le apoda "marimacho",
a una lesbiana que ve "Sálvame"... ¿cómo se le llama?

Pues yo, por mi horita de cotilleo al día, MA-TO!